martes, 16 de agosto de 2016

Bakemono no Ko: La Reseña™


Varias veces me pregunté cómo empezar a escribir sobre esto. ¿Hablo sobre lo mucho que me gustan las películas de Mamoru Hosoda? ¿de como su enfoque en la familia siempre me llega hasta ese rincón del corazón que me obliga a sentir cosas como cualquier ser humano? ¿o hablo de lo que trata y lo que opino al respecto? No puedo dejar de pensar que lo primero es demasiado cursi y lo segundo es una pérdida de tiempo... Si quieren saber de qué trata vayan a verla o a lean la reseña de alguien que se dedique a hacerlas, a hacerlas como se debe... Pero si voy por ese tren de pensamiento no voy a terminar escribiendo nada y, aunque no lo parezca por la falta de actualizaciones por estos lares, me gusta escribir. O al menos me gusta escribir sobre las cosas que me gustan y Bakemono no Ko me gustó y mucho.

Entonces voy a escribir sobre lo que sentí al verla. Primero y principal, la vi en un cine. Es un dato importante. No porque me guste presumir de que voy al cine (aunque sí) sino porque la experiencia fue diferente por eso. Se siente diferente verla en una pantalla gigante y con esa calidad de sonido. Por primera vez sentí que estaba viendo algo de la manera en que estuvo pensada para verse y fue genial y hasta me emocioné los primeros cinco minutos sólo por eso.

A los diez minutos se me fue el hype y pensé "uh, probablemente esta sea la primera película de Mamoru Hosoda que no me guste" porque así soy yo, tirándole mala onda a las cosas sin esperar a que se desarrollen como deben. En mi defensa, la película tiene como protagonistas a un pibe y a un oso que se gritan un poco demasiado y que, sorpresa, tienen problemas para entenderse. Además esta vez Mamoru Hosoda es dolorosamente obvio para expresar o mostrar algunas cosas que podrían entenderse de otras formas y te explican las cosas una y otra vez una y otra vez y... igual no importa, es una película de Mamoru Hosoda, era obvio que me iba a tener que tragar mis palabras junto con las lágrimas y todas las emociones que se me acumulaban en el pecho. Sus películas suelen tener ese efecto.

No sé cuánto tiempo duró, ni cuánto tiempo lloré, ni cuántas veces se burlaron de mí por hacerlo pero no me importó porque, en medio de esas escenas agridulces, fui feliz.

Es raro, salir del cine con esa sensación. La sensación de que viste algo muy lindo, algo precioso, algo que te hizo sentir cosas. Sentí eso después de ver Big Hero 6 y lo volví a sentir de nuevo en ese momento. No voy a decir que es la mejor película del mundo, tendrá sus defectos y tal vez sea horriblemente predecible para cualquiera que se ponga un poco cínico y no se banque las típicos clichés de las películas para chicos. Y es que no logra ser sutil como Wolf Children ni es lo suficientemente "adulta" como La Chica Que Saltaba A Través Del Tiempo pero tiene su encanto y tiene un mensaje.

Es obvio que fue pensada para que todos y cada uno de los miembros de la familia puedan entender todo lo que estaba pasando. Estoy medio en contra de esa idea de que hay que servirles en bandeja de plata todo, absolutamente todo, a los niños en las películas que están dirigidas hacia ellos, como si no pudieran entender nada si no se lo explican con palitos y chizitos pero se lo perdono porque aún así logró ser emocionante y emotiva, aún con todas sus cosas predecibles y salidas de un cuento de hadas.

Como dicen en esos shoujos horribles; no sé si podré transmitir mis verdaderos sentimientos por medio de las palabras pero espero que aún así le lleguen a alguien y ese alguien vaya a ver el niño y la bestia porque como dicen en mi barrio: ES UN P E L I C U L O N o por lo menos para mí lo fue. No vale la pena ponerse a hacer comparaciones con sus anteriores trabajos porque probablemente salga perdiendo, creo que es de esas películas que hay que sentirlas. Y si no la sienten está bien, solo significa que están muertos por dentro y sus corazones fueron invadidos por la oscuridad, o algo así decían en la película. Sí, puras cursilerías. 

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